Deliciosas y atractivas, las cerezas son un excelente tentempié que no engorda debido a su efecto saciante y a su contenido de fibra. Además, aportan antioxidantes que protegen el corazón y ayudan a prevenir algunos tipos de cáncer.
El cerezo es un árbol nativo de las zonas templadas de Europa oriental y del occidente de Asia. Su cultivo data del año 300 a.C. y, debido a la belleza del árbol florido y al delicioso sabor de sus frutos, el cerezo ha sido muy apreciado desde la Antigüedad. Aún hoy en día, en Japón, los cerezos son reverenciados y cuidados con gran esmero. Para los japoneses las cerezas simbolizan la primavera, el amor, la belleza y la pureza.
Existen 2 variedades principales de cerezas: la ácida y la dulce. La primera se utiliza para preparar jaleas y mermeladas y la segunda se consume fresca. La variedad dulce se cultiva en toda Europa y América del Norte. Los productores más importantes de cerezas son Alemania, Estados Unidos, España, Suiza, Francia, Italia y Rusia.
USO Y CONSERVACIÓN
Estas deliciosas frutas se caracterizan por tener el balance perfecto entre un delicioso sabor dulce y un leve toque ácido. Resultan perfectas para consumirlas frescas o añadirlas a helados, cheesecakes, postres de yogur y pies.
Las cerezas deben estar libres de descoloraciones. Cuando las compre, asegúrese de que están en la etapa ideal de la maduración, ya que, una vez efectuada la recolección, no continúan madurando.
Las cerezas sin lavar se conservan hasta por una semana el refrigerador. Para congelarlas, retíreles el tallo y acomódelas en una lata para galletas, de esta forma se conservan hasta por 10 meses.
Para desmanchar las manos del jugo de cereza, vierta jugo de limón sobre las manos, frótelas y enjuáguelas con agua tibia.