Aromática y deliciosa, la canela puede convertir un plato común en una verdadera fiesta. Digestiva, buena para la circulación y, según algunas culturas, afrodisíaca, la canela es una especia indispensable.
La canela es una de las especias más valoradas desde la Antigüedad por sus usos culinarios, medicinales y cosméticos. Es originaria de Sri Lanka. Su comercio y cultivo se expandieron por el oriente desde hace 2.000 años.
A Europa sólo llegaba a través de los mercaderes que recorrían la ruta de las especias y fue muy apreciada durante la Edad Media. A partir del siglo 17, su comercio fue controlado, sucesivamente, por los portugueses, holandeses e ingleses.
La canela es la corteza seca de un árbol perenne de la familia del laurel. Existen alrededor de cien variedades; la variedad de Ceilán (Sri Lanka) es considerada la canela real. Los mayores productores de canela son India, Sri Lanka, Madagascar y Brasil. China, entre otros países, produce una especia muy parecida: la cassia o canela china.
USO Y CONSERVACIÓN
La canela posee un aroma dulce, amaderado y sutil. Es el ingrediente ideal para agregar a todo tipo de productos de repostería y postres e, incluso, para darles un toque de interés a platos salados. La canela combina muy bien con manzanas, chocolate, café, cordero, aves y arroz.
La canela se consigue en astillas o en polvo. En ambos casos, conviene guardarla bien tapada en un frasco de vidrio para que no se pierda el aroma.
La canela molida más fina es la que tiene el color más pálido. Pierde el aroma al cabo de 6 meses, por eso es mejor comprarla en pequeñas cantidades.
La mezcla de canela y azúcar convierte cualquier fruta salteada en mantequilla, especialmente bananos, manzanas o peras, en postre rápido y delicioso.