A la hora del té, esta bebida resulta reconstituyente y energizante debido a que las hojas a partir de las que se prepara la infusión aportan toda una seria de antioxidantes que benefician la salud.
Todos los tipos de té -negro, verde y blanco- provienen del mismo arbusto llamado Camellia sinensis, el cual es originario del noreste de China. Desde hace 5.000 años se cultiva en este país para preparar su emblemática bebida, que paso después a Japón y a otros países asiáticos, como India. El té fue introducido en Inglaterra el 1650 y al poco tiempo se convirtió en parte esencial de la cultura inglesa.
El té se obtiene de las hojas, los capullos y los estambres de las flores de Camellia sinensis, los cuales son sometidos a diversos procesos para obtener los distintos tipos de té. Los principales productores de té son India, China, Kenia, Sri Lanka, Indonesia, Turquía, Taiwán, Japón, Nepal y Bangladesh.
USO Y CONSERVACIÓN
El té verde está hecho con hojas que se secan después de cosecharse, el té negro se hace con hojas fermentadas y el té blanco, con hojas a las que no se les permite producir clorofila. A cualquiera de estos tés se les puede agregar duraznos, manzanas, peras o kiwis. Se puede beber frío o caliente.
El té se puede conseguir suelto o en bolsitas. Guarde el té suelto en un recipiente hermético alejado de la luz del sol y conserve el té que viene en bolsitas en su empaque original.
El agua para preparar el té verde y el blanco no debe hervir, pues las bolsas se queman y adquieren un gusto amargo.
Para recibir los beneficios del té, deje las hojas en infusión entre 2 y 3 minutos.