Cocinar sin cebolla resulta casi imposible porque es el condimento por excelencia. Además de sabor, este bulbo aporta grandes beneficios para la salud que se intensifican si se consume crudo.
Se dice que el origen de la cebolla se ubica en Asia, donde se cultivó hace 5.000 años. Entre los egipcios simbolizaba la eternidad y los romanos la utilizaban en sus comidas y creían que prácticamente todo podía curarse con cebolla.
Esta hortaliza fue tan apreciada en la Edad media que era un regalo de matrimonio muy bien recibido. Antes de la llegada de los europeos, en América del Norte crecía un tipo de cebolla salvaje que era usada por los nativos.
La cebolla se cultiva en prácticamente todas las zonas del mundo. Los principales productores a nivel internacional son China, India, Estados Unidos, Turquía y Pakistán. En Colombia se destaca el cultivo de la cebolla en Boyacá.
USO Y CONSERVACIÓN
Existen diversos tipos de cebolla: cabezona, morada, larga, ocañera, etc. En cuento a su sabor y aroma, se distinguen por su nivel de intensidad y dulzor. La cebolla es un ingrediente indispensable en la cocina, pues tiene la facultad de agregar interés a los alimentos.
Seleccione cebollas duras y firmes. Rechace las que estén húmedas y blandas y tengan olor a cebolla (solo deben desprender su aroma característico al cortarlas).
Para evitar llorar mientras las corta, déjelas 1 hora antes en el congelador.
Si desea congelar las cebollas, es mejor hacer un puré con ellas, guardarlo en un recipiente y descongelarlo la noche anterior a su uso.